ISSN 1995 - 7785 | Año 34 | Junio 2025 | Vol. 1

Composición musical colectiva en la escuela. Aportes de la educación musical a la inclusión educativa en el nivel secundario del conurbano bonaerense

Nicolás Alejandro Batinic

En la escuela secundaria argentina, los avances normativos que ampliaron la obligatoriedad no lograron resolver completamente la distancia entre el acceso formal y la experiencia escolar significativa. Aun cuando la asistencia se volvió un derecho extendido, en las aulas persisten prácticas que limitan la participación de los y las jóvenes de sectores populares. La fragmentación del sistema, la rigidez curricular y los modos tradicionales de la enseñanza producen situaciones expulsivas que hacen que la inclusión no se traduzca automáticamente en aprendizajes con sentido. La cuestión adquiere relevancia si se considera que la obligatoriedad del nivel secundario fue una de las transformaciones más significativas en la política educativa argentina de las últimas décadas. Muchos/as estudiantes transitan el nivel sin encontrar espacios que reconozcan sus trayectorias, intereses y saberes previos. Esta tensión se vuelve particularmente evidente en áreas como la Educación Artística, en las que existe un potencial para generar aprendizajes inclusivos que no suele aprovecharse plenamente. En paralelo, la enseñanza de la música en el nivel secundario se caracteriza, en la mayoría de los casos, por un predominio de actividades centradas en la reproducción: la ejecución de repertorios legitimados, la copia de estructuras rítmicas y melódicas o la apreciación de diversos géneros musicales. Las experiencias de composición musical colectiva (CMC) dentro del aula son menos frecuentes. Además, mientras que en otros lenguajes artísticos del currículo secundario la creatividad —entendida como la capacidad de producir creaciones artísticas propias, individuales o colectivas— ocupa un lugar central, en música suele aparecer relegada o reducida a instancias puntuales. En este escenario, la CMC se plantea como un terreno fértil para pensar de manera articulada los desafíos de la inclusión y de la educación artística. Cuando hablamos de CMC, nos referimos a prácticas en las que los y las estudiantes, mediante la intervención docente, generan de manera grupal producciones musicales propias: una base rítmica, una letra rimada, una melodía inventada, por ejemplo. Más que la búsqueda de una obra acabada, lo que se promueve es la experiencia de inventar en común, de escucharse mutuamente y de reconocer la voz de cada integrante como parte de un entramado colectivo, siempre recuperando los conocimientos previos de las/os estudiantes.

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